Comunicación en la familia

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Descripción

Comunicación en la familia.

V.E. agosto 11 de 2013. Apóstol. Jhon Milton Rodríguez.

Introducción. Saberse comunicar es muy importante y en ocasiones cuando no hay una buena comunicación, olvidamos lo que tenemos que decir, o decimos algo que no era oportuno. La mayoría de los problemas familiares se originan en la mala comunicación. Somos seres que nos comunicamos no sólo con palabras, sino con gestos, actitudes, con nuestra forma de vestirnos (no es igual ir a la playa que ir al templo, o la oficina del Presidente de la república), incluso con el silencio, también comunicamos. Una buena comunicación comienza escuchando atentamente y respondiendo con sabiduría. En ocasiones las personas hablan de cualquier forma aludiendo que les gusta decir las cosas como son y además porque son sinceras; cuando en el fondo con esas palabras solamente han hecho daño a los oyentes…

En la Escritura encontramos una frase en la cual dice que “nos hemos enlazado en los dichos de nuestros labios”; esto nos enseña que dependiendo cómo hablemos así viviremos. Es la razón por la cual para vivir bien, debemos comunicarnos bien. Dios al dotarnos de cerebro nos provee de la capacidad de escoger, por esa razón nuestro cerebro es el que escoge la información que necesitamos, esto nos demuestra que tenemos todos los elementos necesarios para edificar y poder vivir bien. Uno de los principios en la buena comunicación es ser reflexivo -no reactivo-, de ahí la palabra escudriñar; se mata la comunicación cuando se es reactivo… Es importante aprender que en la comunicación hemos de darle la razón a Dios, y a la luz de esta Palabra en Eclesiastés 12:10, expresa que el predicador procuró hallar las palabras adecuadas, agradables, y es lo que debemos también nosotros procurar, palabras agradables, sobre todo con nuestro cónyuge; y estas no se consiguen si estamos hablando de forma acalorada; se dice que cuando la persona al hablar está molesta le falta oxigeno, y por eso las personas en lugar de dialogar, empiezan ya a ofenderse, y toda ofensa implica una defensa de parte del otro.

Como hijos de Dios tenemos gran responsabilidad al respecto, de lo contrario resultamos en una pelea que pareciera casi que nos mordemos, y ya el apóstol Pablo expresaba lo peligroso de llegar a esos límites (Gálatas 5:15); morder no solamente es lo físico, porque se muerde a otro cuando se calumnia, cuando alguien comparte un chisme, igual cuando hay indirectas o sarcasmos, y Dios es vengador de todo aquello, porque aunque Dios es amor, también es justo y no permite que alguien dañe la integridad de otro. Es importante que enseñemos a nuestros hijos -y por supuesto practicarlo primeramente nosotros-, que cuando uno va a hablar, debe hacerlo con palabras agradables, no con gritos o mal trato, sino rectamente. Nos comunicamos con la forma de vestirnos, es importante aprender a vestirnos de acuerdo a la ocasión, si vamos donde el presidente no nos ponemos ropa de playa y viceversa, por esa razón todo tiene su espacio, hasta el orden de la casa y el estado en que tengamos nuestros vehículos (ya sea auto o moto), todo está diciendo quiénes somos en realidad. La costumbre de hablar en forma de queja, daña la buena comunicación, y en lugar de construir se destruye, es importante aprender a desechar lo malo y solamente retener lo bueno.

Lo único que hace posible que podamos construir nuestra vida es la fe, la esperanza y el amor (1ª. Corintios 13:13), y es precisamente esos valores que debemos comunicar a otros cada vez que hablemos, si así hacemos, estaremos hablando con sabiduría; toda comunicación que no lleva esos ingredientes lo único que hace es destruir; así que la higiene mental o inteligencia espiritual es lo que nos debe llevar a construir “un arsenal” de fe, esperanza y amor, a la hora de hablar con quienes nos rodean; infortunadamente, esto no se enseña ni en colegios, ni universidades, solamente en el hogar… Construimos nuestra vida a partir de cómo nos comunicamos (palabras, la forma de vestirnos, de arreglarnos, con nuestra actitud, la forma de mirar y de saludar). Así que su lenguaje a partir de ahora debe ser: fe, esperanza y amor; es muy agradable conversar con alguien así, porque un hijo de Dios debe vivir su vida a plenitud, tanto ser persona de oración y ayuno, de alabanza y adoración, como una persona que se sabe comunicar adecuadamente… La buena comunicación debe darse en todos los aspectos de nuestra vida, hogar, empresa, estudio, iglesia, etc., y para que lo hagamos de forma adecuada es necesario que tengamos en cuenta los siguientes principios:

  1. Escoge escuchar. Dios nos dio dos oídos y una sola boca, esto nos está indicando la importancia de escuchar más y hablar menos. La actitud al escuchar es muy importante, debemos mirar a nuestro interlocutor, no menospreciar a quien nos habla, el esposo debe aprender a escuchar a su esposa, y viceversa; igual con los hijos, y las personas en todo lugar donde estemos… Algunos padres creen que por el hecho de haber visto crecer a sus hijos, ya los conocen, pero es posible que no sea así, de ahí la importancia de escuchar los hijos, en lugar de alegar con ellos, porque eso no nos ayuda positivamente en el hogar. No escuche las personas para juzgarlas, sino para entenderlas, quizás uno no esté de acuerdo con la persona que esté hablando, pero… debemos valorar lo que las personas expresen, haciéndolo con fe, esperanza y amor, y aunque otros no estén de acuerdo con nosotros, debemos valorar su percepción, eso es escuchar; infortunadamente los hombres tenemos un grave defecto en esa área, sobre todo con la esposa, porque nos “cansamos de escuchar” y eso no es correcto, es preciso que superemos este defecto…
  2. Escoge las palabras. Es importante escoger cómo vamos a hablar, que tengamos palabras que consuelen, que edifiquen y que valoren a los demás, como siempre, comenzando por nuestro hogar. Las palabras deben ser cuidadosas hasta el punto de no ir a afectar el autoestima de nuestros oyentes o interlocutores; es necesario sacar de nuestra forma de hablar toda palabra de sarcasmo, indirectas o de manipulación; en este punto es importante que no utilicemos la Biblia para dañar a la gente con las palabras, o lo que comúnmente llamamos “un bibliazo”. Porque solamente con el ejemplo es que se enseña.
  3. Escoge la manera. No acuse, no condene, no se sienta superior a las otras personas -así tenga un cargo de liderazgo-, no hable a los gritos o de insultos.
  4. Escoge el Momento. Cuando tenemos enojo no es el momento para dialogar, porque aunque tengamos toda la razón, si hablamos justamente cuando estemos con ira, nuestras palabras serán hirientes. Recordemos que somos hijos de Dios, y como tales debemos hablar como Él dice, entonces debemos buscar su Palabra para saber hablar apropiadamente y en el momento indicado; debemos orar antes cuando debemos enfrentar algo delicado, y allí estaremos construyendo en lugar de destruir; de esa forma el hogar, la Empresa, el trabajo, o el estudio o el ministerio, no serán inestables. El secreto es tranquilizarse y no actuar ni hablar, aceleradamente.

Conclusión. Sabiduría es escoger las palabras, escuchar atentamente, escoger la manera y el momento; no debemos juzgar, ni atacar a otros; como hijos de Dios debemos ser y actuar diferentes, siempre con misericordia hacia quienes nos rodean en el lugar que estemos, por eso, el secreto para ser un buen comunicador es hacerlo con fe, amor y esperanza, de esa forma construimos familia, negocios o empresas estables, empleos estables, iglesias estables, ministerios estables; solamente así, podremos comunicarnos bien y por tanto, vivir bien.

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